El texto encabeza el mes de junio en la Agenda feminista de las compañeras de OCSI.
De tu boca han brotado, como de una cañería, mentiras sucias y sinónimos crueles: gorda igual a fea, gorda igual a vaga, gorda igual a insana, gorda igual a torpe, gorda igual a sola. Durante años tu aluvión de sinónimos me ha empapado de culpa, ha ensuciado a mis ojos mi cuerpo y me he odiado. He dejado que me empapara tu aluvión de mierda y me he creído cloaca.
Pero los cuerpos mojados se secan al sol venga el agua de dónde venga.
Mi cuerpo se secó así:
Vi una foto de alguien precioso que sonreía feliz desnuda en un bosque, olvidándose por un momento de que no merecía ni el desnudo ni la risa porque era gorda. Era yo, irreconocible para mí misma en esa seguridad ¿Cómo podía yo odiar a esa persona tan bonita que sonreía en ese bosque?
Luego seguí viendo más fotos: Una niña bailando con un top enseñando la barriga. ¿Cómo había llegado yo a odiar esa barriga?
Una foto más: Una adolescente radiante en su vestido de graduación ¿Cómo podía haber pensado yo que esa adolescente no merecía ser querida?
Entonces me giré y me quedé inmóvil ante el espejo: era la misma persona que la de las fotos. Me di cuenta: Soy gorda e increíblemente bonita.
Cuando me di cuenta de todo lo que me había odiado sin motivo me puse a llorar desconsoladamente. Por un lado sentía vergüenza por haber pensado todas esas cosas horribles de mí misma, por otro lado una rabia intensa hacia todas las personas que me habían dicho que era gorda y debía cambiar, que era gorda y debía mejorar, que era gorda y eso era un problema, que era gorda, gorda y solo gorda. Pero ante esos dos sentimientos se imponía uno anodino: Me quería.
Me quiero.
Así que tengo malas noticias para todos los interesados en que me odie:
Yo ya no dejo que vuestro miedo y vuestro odio traspasen mi piel. Soy impermeable para tu mirada sucia de prejuicios, para tu voz esclava de lo normativo, para tus gustos sumisos de lo igual.
Yo he cogido a puñados con mis manos tierra fresca y limpia para construirme un refugio de amor a mí misma y estoy a salvo. A salvo de que tu odio se convierta en odio a mí misma, a salvo de creerme tus sinónimos, a salvo de la mierda de tu cloaca.
¿Cómo has podido mirarme e intentar que me odie? No sé si te has dado cuenta pero soy como las frutas y las montañas y los animales salvajes.
Veo a diario personas preciosas que aún creen en esos sinónimos. Personas que se tapan, que se esconden, que se avergüenzan. Te veo a ti inculcándoles: adelgaza para ser feliz, adelgaza para estar sana, adelgaza para tener energía, adelgaza para encontrar el amor. Te veo diciéndoles: compra esta crema, no comas eso, ponte esa faja, el negro disimula, prueba esta dieta, los tacones estilizan.
Mira, nuevas máximas: viste como te guste, ama como te guste, ríe fuerte, come sin vergüenza, baila sin vergüenza, disfruta de cada pliegue, de cada curva, de cada exceso. Disfrútate a ti y ahora, que solo te tienes una vez.
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